

Irfaan Ali, el presidente reelecto de Guyana que capitaliza el petróleo y la soberanía
Irfaan Ali, empecinado defensor de la región del Esequibo, supo aprovechar los ingresos del petróleo para ser reelegido presidente de Guyana, un pequeño país de Suramérica con las mayores reservas de petróleo per cápita del planeta.
Calificado por el presidente venezolano Nicolás Maduro como "marioneta de ExxonMobil", por su relación con la principal operadora petrolera en Guyana, Ali es especialista en urbanismo y ha prometido un desarrollo que beneficie a todos los guyaneses, cuya mayoría sigue viviendo en la pobreza.
Proveniente de la comunidad musulmana de la población de origen indio, considerada como mayoritaria en el país, fue reelegido cinco años después de haber derrotado al entonces presidente David Granger, quien buscaba un segundo mandato.
Hijo de un matrimonio de maestros, nació el 25 de abril de 1980 en Leonora, un pueblo en la orilla occidental del río Demerara, a unos 30 kilómetros de la capital Georgetown. Tras terminar sus estudios en el Reino Unido y Jamaica, incluyendo un doctorado en urbanismo y planificación regional, trabajó para varios ministerios y fue elegido diputado por primera vez en 2006.
Posteriormente ocupó varios puestos ministeriales en los gobiernos de su partido. Se dice que fue designado candidato presidencial en 2020 por el expresidente Bharrat Jagdeo (1999-2011), secretario general del Partido Progresista del Pueblo (PPP) y aún considerado como el hombre más poderoso del país.
- "La economía del futuro" -
Ali es el primer presidente en beneficiarse realmente de la bonanza petrolera, explotada desde 2019.
"He cumplido mis promesas, pueden confiar en mí", repitió durante la campaña, citando numerosas obras realizadas como carreteras, puentes, hospitales, escuelas.
Justo antes de las elecciones, presidió el "último vertido de concreto" del inmenso puente que cruza el río Demerara en Georgetown, uno de los símbolos de su mandato y que no estará operativo hasta dentro de unas semanas.
Sus detractores lo acusan de encarnar una política de inauguraciones simbólicas o de "corte de cintas". Casado con Arya, padre de dos hijos, suele afirmar que es necesario gestionar los ingresos del petróleo pensando en las generaciones futuras.
"Estas son riquezas para las generaciones presentes y futuras. El petróleo y el gas nos brindan los recursos necesarios para construir la economía del futuro. Diversificar y establecer diferentes pilares sobre los cuales descansará la economía", afirmó en una entrevista en 2022.
Durante la campaña repitió esta consigna, mientras prometía proteger la selva tropical que cubre el 95% del territorio y que constituye también una fuente de ingresos mediante los créditos de carbono.
En medio de su mandato, vio a Venezuela relanzar sus pretensiones sobre el Esequibo, territorio administrado por Guyana pero objeto de una disputa histórica entre ambos países. Apoyándose en el respaldo estadounidense, adoptó una actitud firme e intransigente hacia Caracas que apreciaron sus compatriotas.
El lunes apoyó el despliegue estadounidense en el Caribe en nombre de la lucha contra el narcotráfico, que también apunta a Maduro, acusado por Estados Unidos de liderar un cartel de drogas.
"Apoyaremos todo lo que permita eliminar cualquier amenaza a nuestra seguridad, no solo en términos de soberanía (...), todos debemos unirnos para combatir el crimen transnacional, luchar contra el tráfico de drogas", afirmó.
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